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sábado, 9 de abril de 2016

QUÉ HAY DETRÁS DEL CONSUMO DE MARCAS FEMENINAS? ::: A PROPÓSITO DEL PINK TAX


Algunas personas han oído decir que no es justo el cobro excesivo que se hace de algunos productos para ciertos mercados, y la defensa está en que son productos especiales dirigidos a mercados de nicho. En este caso no hay discusión, son y serán caros... pero cuando el costo excesivo se da en productos cotidianos, incluso de la canasta familiar, ¿qué está sucediendo realmente?.

Sabemos que uno de los segmentos más sensible al consumo es el femenino, que gusta de las compras y lo ve como un acto de entretenimiento además de ser funcional. Las mujeres vamos de compras, mientras los hombres salen a comprar. Parece ser lo mismo pero no lo es.

Cuando las mujeres deciden adquirir algún producto lo primero que queda claro es que no será lo único que se comprará, que no será una actividad de media hora con resultados racionales en su totalidad; para nosotras, se trata de una actividad lúdica, emocional e incluso social, donde siempre optaremos por las mejores cosas incluso aunque ellas cuesten un poco más, además, por nuestras necesidades particulares, a lo largo de la vida consumiremos un poco más que los hombres, y esto es normal.


En el caso de los hombres hay variaciones: la compra es un acto racional que toma poco tiempo tanto en la toma de decisión como en la ejecución. Ir a comprar algún artículo resulta en la obtención de ello y nada más. Es simple y funcional.


Al parecer esta conducta ha permitido que en algunos países se popularice una idea (que más que eso es una realidad económica) alrededor del cobro de una sobretasa a los productos que están dirigidos al mercado femenino; por ejemplo, artículos de aseo personal pueden tener sobrecostos superiores al 10% del producto solo por estar dirigido al mercado femenino.

Algunos alegan que esto se debe al cambio de los componentes de los productos para las mujeres, los cuales, se supone, requieren de mayor cuidado para la satisfacción de este público. En algunos casos esto puede ser real, pero en otros queda la duda.

Es aquí donde aparece el concepto de "Pink Tax" o impuesto rosa, ese sobrecosto que ya mencionamos dirigido únicamente a los productos para las mujeres. 


Se creería que esto está generalizado en todo el mundo, pero la evidencia formal está más arraigado en los mercados ingleses donde los ingresos son mayores; en Colombia y en general en América Latina no hay estudios formales sobre el tema, pero la idea que se tiene es que este fenómeno económico y de consumo aún no ha llegado a estos mercados, o al menos de forma tan directa.

 

Si bien hay productos costosos para las mujeres, también los hay para los hombres. Estuvimos desde :::Marquillería Urbana::: revisando los precios de algunos productos de cuidado personal en supermercados y la diferencia es mínima e incluso inexistente. Obviamente existen productos con más detalles técnicos desde ingredientes hasta diseño que hacen variar los precios, pero era obvio este incremento.

Para los productos de niños esto no cambia y también se evidencia en los precios de artículos femeninos o masculinos.

 

¿Qué sí estamos haciendo en Colombia en materia de productos por género? En el país ya se está viendo un mercado más maduro, con productos pensados para cada miembro de la familia (hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos, etc.); hemos pasado de productos de aseo personal hasta alimentos, trayendo así una nueva forma de mercar en el país.

 

A pesar de no ser nuestro mercado víctima evidente de este sobrecosto, es importante tenerlo presente y conocerlo, sobretodo frente a las estrategias de precio que desarrollemos, las cuales deberán estar acordes a los beneficios de los productos y servicios, más que por el tipo de consumidor y sus capacidades o "debilidades" frente a ofertas del mercado.


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