En Colombia tener carro es sinónimo de estatus, no importa si ese estatus pasa más del 40% del año metido en un trancón (o embotellamiento o taco), eso no cuenta, lo importante es tener carro y vernos “bien” en él. El problema acá no es ni siquiera ese, el asunto se complica cuando el colombiano se monta en su carro y deja de ser ese latinoamericano bonachón, querendón, amable, diligente y amiguero para convertirse en un ser egoísta, mezquino e incluso maldadoso que no duda en mojar a los transeúntes con el charco más grande que se encuentra… ese es el verdadero problema, que dejamos de ser seres sociales.
Sería mentira decir que las administraciones locales no han hecho hasta lo imposible para frenar las conductas poco cívicas de los conductores, desde multas hasta campañas pedagógicas, algunas funcionan un ratico, otras de plano son ignoradas… y así vuelve el ciclo a ver qué se inventan para una nueva ocasión.
Bogotá, la capital del país sufre de este flagelo multiplicado por 1000! Con más de 8 millones de habitantes, cuenta con el parque automotor más grande del país, por lo tanto, con el mayor número de infractores y pedantes al volante de Colombia. Este panorama exige entonces medidas especiales para frenar sus acciones poco cívicas, que afectan a toda la ciudad de manera directa o indirecta.
Para tratar de frenar esta situación aparece la campaña “El Poder del Cono” liderada por la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría de Movilidad, quienes pretenden con acciones pedágogicas, que los conductores aprendan a parquear o estacionar sus vehículos en zonas que no afecten la movilidad ni la seguridad de las demás personas.
Esta campaña inició en este año y pretende que la primera fase se extienda por seis meses, donde a través de pedagogía y humor buscan sensibilizar a los ciudadanos y conductores indicando que esas conductas no son naturales y no está bien hacerlo, procurando así el bien común.
Apelando al humor, la burla, y el escarnio social (que tanto nos gusta a los colombianos), un grupo de actores salen a las calles disfrazados como conos de estacionamiento naranjas y persiguen a los infractores frente a la mirada atenta de muchos. No hay infracción económica pero sí social, lo que parece afectar a muchos más que el pago de una multa (si es que no la evaden tampoco).
Para algunos esta campaña es ridícula porque no llega a nada, para otros es una forma de sensibilizar, a través del señalamiento, frente a conductas que si no se reprochan se creen permitidas, y muchas veces no es ese el motivo de la falta de crítica, es por evitar confrontaciones innecesarias.
Con trabajo en redes sociales y su propia página web, la Secretaría de Movilidad le apuesta a este ejercicio que es interesante. Ya veremos en resultados cómo funciona la campaña.
Lo más interesante es que buscan involucrar a la ciudadanía con la campaña, pidiendo que denuncien las malas conductas de parqueo a través de las redes sociales, lo que no se ha hecho esperar como era lógico que sucediera en una sociedad que está presta a juzgar y señalar.
Esperamos que la viralicen lo suficiente para que todos la conozcan y tomen conciencia del tema, y por supuesto, que se replique en el resto del país.
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