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domingo, 3 de junio de 2012

¿AHORRO U OBSESIÓN?


Estaba disfrutando de uno de mis canales favoritos de TV, Discovery Home&Health y apareció un programa que cautivó mi atención: CUPONMANÍA


En este reality se presentan los principales consumidores norteamericanos que basan sus compras en los cupones de descuento, los cuales permiten ahorros hasta del 95% en sus compras. Esta es una cifra sorprendente y admirable sobretodo en época de recesión mundial, pero a medida que avanza el programa surgen temas de fondo que me hacen cuestionar hasta qué punto se trata de una necesidad de ahorro y no una necesidad de acumular.


Dentro de las características comunes de estos "ahorradores" está la dedicación semanal de más de 60 horas en la recolección de cupones, sean en papel o por internet. Otra de las características es la búsqueda de cupones en lugares poco convencionales como basureros zonales o casas abandonadas. Adicionalmente, cada uno de ellos tiene su propia "reserva" de productos, una despensa con miles de artículos que han acumulado en cada compra y que "algún día podrán utilizar", sin pensar en los tiempos de vencimiento de cada uno.


Fácilmente las compras de cada uno de estos "expertos" pasan de U$400 a U$4 con el paso de tarjetas de supermercados y cupones que permiten comprar artículos 2x1, ahorrar centavos o dólares por ellos y acumular descuentos para próximas compras.

Desde el ahorro es un plan perfecto, pero desde el consumismo es fatal y peligroso; es tal la obsesión de estas personas por obtener buenos precios que compran por comprar, por el ejercicio de ahorrar, sin importar si esos productos suplen o suplirán sus necesidades. Desde miles de pañales o tubos de crema dental hasta mezclas para repostería o cajas de cereales y gaseosas que entrarán en repisas envejeciendo y deteriorándose.




Básicamente esta cultura del cupón se convierte en una cultura del exceso y la acumulación comparable con el Síndrome de Diógenes, donde nuevamente las personas se validan desde la cantidad de artículos que pueden obtener y poseer sin gastarlos realmente, porque en cada compra seguirán aumentando la cantidad de productos.




El hacer inversiones inteligentes en la adquisición de productos requiere pensar también en la forma como se utilizarán y disfrutarán. Comprar de forma inteligente no necesariamente se trata de aprovechar todos los descuentos, sino de disfrutar aquellas oportunidades que realmente satisfagan las necesidades del consumidor.


Para las marcas este tipo de prácticas contribuyen en la rotación de productos, aunque salgan gratis para los compradores. De una u otra forma creen que fortalecen las compañías generando consumos masivos, el problema, es que estos cupones llegan a manos de "cazadescuentos" que jamás se comprometen con una marca, sólo persiguen aquellos productos que les generen beneficios económicos (por encima de los emocionales).



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