Por fin entré a Hard Rock, decidí hacerlo en la hora de almuerzo para evitar las filas y tener que comer rápido para desocupar la mesa.
La experiencia con la marca empieza desde el principio, en la entrada te reciben tres chicos que te ubican en la mesa según la cantidad de gente que llega, luego te asignan a tu mesero encargado y empieza el consumo.
La carta tiene muchos productos que pueden confundir a más de un visitante, pero los meseros, muy jóvenes también, se la conocen de principio a fin, la explican muy bien y te hacen antojar de todo!... los precios no son costosos para lo que se recibe: buena comida y buena cantidad.
A nivel del ambiente, todo el espacio está rodeado de memorabilia relativa a los grandes rockeros de la historia, ropa, zapatos, instrumentos y los mejores videos (editados en su propio canal) crean la atmósfera perfecta para pasar un buen rato con amigos e incluso familia.
Nos comentaron que el Hard Rock de Medellín tiene el escenario más grande de Latinoamérica donde se presentan artistas locales que amenizan el rato.
En general se divide en dos ambientes principales y una zona VIP que no visité (¬¬)... jeje.
La experiencia Hard Rock hay que vivirla en diferentes momentos, al medio día es más ejecutivo, calmado pero rockero en el fondo; hay que ir de noche también, acompañar la rumba con unos coctelitos y buena música... ya haré la respectiva reseña.
Felicitaciones por el manejo de la marca, se nota el compromiso del franquiciado y el acompañamiento de la casa matriz. Personal muy bien escogido, diseño y montaje impecable, experiencia única!
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